El almuerzo es en Soneja y la merienda en la catedral de las pastelerías
de nuestra zona, la Beata Inés.
Ya hemos almorzado muy bien en Soneja y ahora preferimos estacionar la moto y hacer la ruta a pie, está muy cerca todo y no merece la pena ir subiendo y bajando, arrancando y parando.
Este es el punto inicial, este mural o grafiti dedicado a Ramón Rubio,
famoso por los cuadernillos Rubio que los estudiantes recordamos con
cariño.
Estacionamos aquí las motos pero hay una señal al principio que prohíbe aparcar del 1 al 15. No nos fiamos y vamos a buscar un lugar más seguro.
Ahí se van a quedar.
Tengo una crónica de cuando fuimos a la citada casa sin llegar a entrar:
Aprovecho para decir que es un buen sitio para echar una meadita en el
campo porque luego ya todo es urbano.
Han aprovechado una viga horizontal para hacerle el puente a las gafas y unir los cristales, muy bueno.
Menuda palabrota, pero me entendéis.
Estamos en el polideportivo municipal y hemos venido aquí con la moto porque está fuera del pueblo y es una zona ideal para hacer picnic.
Nadie tiene hambre así que no vamos a hacer picnic.
Una vocecita comenta "¿Por qué no nos acercamos a la Beata Inés...?
Se oye un silencio.
Estoy calculando la mejor ruta para llegar rápido y tardo como cinco
segundos en trazar la ruta.
Nos hemos dejado alguno por ver y es la excusa perfecta para volver y
hacer un barrido completo.
En tiempo récord llegamos a la catedral de las pastelerías de mi zona, se trata de la Beata Inés, un lugar que me hace feliz, muy feliz.
El paraíso existe, yo estuve allí.
O mejor dicho, yo también estaba, je, je.
Pizzas de todos los colores, al peso.
Voy a pedirme un donut de esos XL y otro relleno de chocolate para
empezar.
Aquí se llama "roda de camió".
Tertulia, charla y vuelta a casa en plan tranqui.
Un día genial, con buen tiempo y mejor compañía.
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