- ABR '17 SUBIDA AL BENICADELL.

Hoy toca ruta senderista y vamos a subir al mítico Benicadell, montaña que separa las provincias de Valencia y Alicante.




Aparcamos en la casa forestal les Planisses y empezamos a subir.








En la flecha tenemos nuestro destino.
Es una subida facilona de solo 1.104 metros y partimos desde los 715m.








Está bien indicado y no tiene pérdida.
















Al llegar casi arriba hay una pequeña bifurcación y a menos de 5 minutos tenemos la nevera.
Algunos lo llaman cava y otros simplemente nevero.








Desde aquí divisamos perfectamente la albufera de Gaianes y el embalse de Beniarrés.








La nevera por dentro.








Volvemos un poco sobre nuestros pasos y encaramos la subida.
Parece complicada pero no lo es.








Zoom.








































Hacemos un descansillo y aprovechamos para que bajen los demás.








Yo también estaba, je, je.
















Libre, como el sol cuando amanece, yo soy libre como el mar,
libre, como el ave que escapó de su prisión y puede al fin volar,
libre, como el viento que recoge mi lamento y mi pesar,
camino sin cesar, detrás de la verdad, y sabré lo que es al fin la libertad...


Letra de José Luis Armenteros y Pablo Herrero, canta Luis Manuel Ferri Llopis, alias Nino Bravo.








No nos queda casi nada para la cima.
































Conseguido.








De pronto llega como un autobús entero de pseudo senderistas vestidos en el gato largo (Decathlon).
Se apoderan del vértice geodésico durante más de 20 minutos no dejando a los demás fotografiarse en él.
Primero se fotografían los varones, luego las hembras, después los matrimonios, luego las casadas, las solteras...
Está el típico listo que conoce todas las montañas y empieza a decir sus nombres.
Tenemos a la típica choni que lleva en una mano su "ayfon", en la otra el paquete de tabaco y se pone a fumar.
Otra llevaba música en su móvil y se oía a varios metros de distancia. Carecía de auriculares, es mejor que los demás sepan la mierda de música que escuchas.
También está la típica señora que va con la lengua fuera a punto de darle un infarto.
Los que dan a entender que son pronadores o supinadores, con sus relojes que miden de todo menos su inteligencia.
Otros que se ponen a comer sentados justo en el pilón.
Me entraba la risa floja, pero los que subían detrás y no tenían nada que ver con el grupillo maldecían para que se fuesen y poder hacer ellos la foto. En fin...








Se van todos como una marabunta y aprovechamos para sacar más fotos.
Reina la paz y la tranquilidad.
























Aprovecho para darme un garbeo por las crestas y subir mis niveles de adrenalina.








Po zi.
Mi paz se enturbia con los ladridos continuos de dos chuchos.








Ahí están. En algunos tramos no pueden pasar y no les queda más remedio que llevarlos en brazos para sortear los cortes. Me río por no llorar.
Los llevan sueltos todo el rato y les ponen ahora la correa para sacarles la foto, que monos, jaaaaaaaaa.








Se van todos y nos volvemos a quedar solos.
















Allí abajo está el montón de turistas.
















Vamos hacia "la canal".








Menuda bajada (o subida, según se mire).








Bajamos hasta la mitad y volvemos a subir.








Volvemos sobre nuestros pasos.
















Esa piedrecita no me da mucha confianza.








Nos quedan casi 4 km de bajada.
















































Llego a casa y pongo las patitas al aire mientras descargo las fotos y me tomo una cervecita.








Mapa de ruta.



Miauuuuuuuuuuuuuuuuuuu.

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